Narradores (i de ii)

Ouróboros

Tercera entrega de los informes de Ouróboros, esta vez dedicado a caracterizar los narradores de una historia. Debido a la longitud del artículo he optado por dividido en dos partes. Esta es la primera:

1. Concepto

¿Quién es el narrador? Como la palabra mismo bien indica, es aquel que cuenta la historia. Ahora, existen muchos tipos de narradores; cada variante ofrece sutiles diferencias que todo escritor debe considerar con cuidado. La elección del narrador es una de las decisiones más importantes a la hora de contar una historia, ya que afectará a todos los verbos de la novela, cuento o relato, y estos, los verbos, son el motor de cualquier historia que nos propongamos contar: nada puede ocurrir sin ellos. En el esquema de una obra de arte, el narrador sería la figura central que conecta al autor (el creador) y la historia que cuenta (la obra de arte) con el lector (el receptor).
No se debe confundir jamás al autor con el narrador; jamás coinciden y, en todo caso, pueden estar superpuestos. Al escribir, el autor enmascara su identidad con la del narrador, a través del cual filtra la información que se transmite al lector.

2. Aspectos básicos: persona y tiempo verbal.

Dos accidentes gramaticales de singular importancia determinan al narrador: persona y tiempo. Se distinguen mediante la simple lectura de un texto, por lo que son la cara más evidente del narrador, lo que cualquier lector percibirá.

2.1. Persona.
La persona del narrador delimita al autor de las palabras vertidas en la narración. ¿Quién cuenta la acción? ¿Quién la escribe? Para responder a estas preguntas hay por tradición tres opciones:

1) Primera persona. El narrador es el Yo. e.g. Caminé por la calle, con calma, y saludé a Juan. Es posible también el narrador Nosotros.

2) Segunda persona. Aparece el (aunque no es el que narra, véase explicación posterior). e.g. Caminabas por la calle, con calma, y saludaste a Juan.

3) Tercera persona. El narrador es Él. e.g. Caminó por la calle, con calma, y saludó a Juan.

La elección más común es la tercera persona. Es la opción más impersonal, dado que se expresa de forma más fría y aséptica; también es una de las más flexibles dado el gran número de enfoques que permite.
La narración en segunda persona, mucho menos habitual, resulta enormemente coactiva, agrede al lector, le provoca o delata: le dice lo que hizo, hace o hará. Sin embargo, el narrador en segunda persona, sensu stricto, no existe como tal. Un texto en segunda persona es, en realidad, un texto en primera persona, porque para que exista un es indispensable un YO que comunique. Por ejemplo, la típica carta:

Querido amigo:
Por la presente deseo que te encuentres bien, y que todos tus problemas hayan quedado atrás.

Aquí se hace evidente. No la escribe el TÚ, sino el YO: sigue siendo una primera persona quien escribe. En realidad, lo que cambia es lo que a veces se denomina el conocimiento del narrador, del que se hablará más adelante. En definitiva, este conocimiento alcanza para el presente caso al TÚ, sea el lector mismo o un personaje más de la historia.

Por último, la narración en primera persona establece un vínculo entre el lector y el narrador muy fuerte, con muchas ventajas, aunque no exento de inconvenientes también de cara a la credibilidad del narrador, como se verá más adelante. El narrador le cuenta algo de manera confidencial al lector, se le está confesando, como si estuviera delante de él.

2.2. Tiempo.
El tiempo del narrador define los tiempos verbales que este emplea. De nuevo, tres posibilidades:

1) Pasado: narración en retrospectiva. Ej.: Caminé por la calle, con calma, y saludé a Juan.

2) Presente: narración de cualquier acción contemporánea. Ej.: Camina por la calle, con calma, y saluda a Juan.

3) Futuro: narración de lo venidero. Ej.: Caminará por la calle, con calma, y saludará a Juan.
En este caso, la elección más habitual es la de tiempo pasado: se trata de hechos ya acaecidos, alejados del tiempo del lector, y por tanto tiene la ventaja de su veracidad, de su solidez.
El presente, en cambio, ofrece unos hechos que suceden de forma paralela a la lectura; transmite inmediatez y cercanía a cambio de perder la veracidad del pasado.
El futuro es el menos usado por razones obvias, al menos en textos largos. Es increíblemente difícil. Suele reservarse para los desenlaces, para narrar sucesos que ocurren de manera usual. Transmite una sensación de algo solemne, amenazador, profético e inexorable.
Se pueden combinar distintos tiempos verbales en una misma narración, mientras que el resultado sea coherente.

3. La historia y el narrador.

En el flujo de información transmitido por el narrador se pueden considerar tres aspectos básicos de cualquier historia:

1) El marco de la historia, dividido en:
a. Espacio. El espacio donde se desarrolla la narración.
b. Tiempo. El tiempo en el que transcurre. Aquí cabe diferenciar muchos tiempos: el tiempo de lectura, el tiempo del lector, el tiempo de la historia, las regresiones, etcétera.

2)Personajes de la historia. En ese espacio—tiempo se sitúan unos personajes que interactúan para que la narración tenga lugar.

3) Foco de la narración. Es el punto en el espacio—tiempo donde se sitúa el narrador en la historia y desde el cual cuenta lo que sucede.
Este foco puede variar con el tiempo o no, puede abarcar todo el espacio—tiempo o situarse en un único punto. Puede estar sobre un colectivo (nosotros).
Viendo la historia como ese marco espacial y temporal (abreviado, MET), donde colocamos unos personajes y situamos ese foco, tenemos la siguiente clasificación Foco vs MET:

1) El foco está dentro del MET de la historia. Lo normal es que esté en un personaje de la historia.
2) El foco no está en el MET. Más bien diríamos que está en la frontera.

a. Está en un personaje.
b. No está en un personaje.

A priori, esta clasificación sirve para diferenciar implícitamente dos arquetipos de personaje-foco: los que cuentan algo que les afecta a ellos en el tiempo narración, y aquellos que hacen memoria de lo sucedido tiempo ha y lo cuentan. Pero no cuentan nada sobre lo que sucede en el espacio-tiempo en que está situado el personaje-foco: están en la frontera.
Ese espacio-tiempo existe de manera implícita para que ese narrador—personaje pueda relatar los sucesos. Por último, el hecho de que el foco esté situado en un personaje no implica que sea el personaje mismo el que narra, aunque por supuesto es una posibilidad.
Se puede comparar esto con una luz. Ya está posicionado el foco de dicha luz; ahora, la siguiente cuestión es: ¿cuál es su alcance en la historia? Dicho de otra manera, ¿hasta dónde llega la luz? ¿Qué ilumina? En definitiva: ¿cuál es el conocimiento del narrador?

4. El conocimiento del narrador.

A la hora de cuantificar el conocimiento del narrador existen dos arquetipos opuestos: el narrador omnisciente y el narrador parcial. Es interesante tratar estos dos arquetipos en un primer paso. Tras ello se presentará un esquema que intenta proporcionar una perspectiva más amplia de este tema.

4.1. Arquetipos de Narradores.

Es difícil que existan narradores exquisitamente parciales o narradores omniscientes. No obstante, antes de romper las reglas de los arquetipos, es importante hacerse una idea de cómo y cuándo se rompen, qué se pierde y qué compensaciones trae el hacerlo. Para esto, el ineludible primer paso es conocer bien las características de los arquetipos.

4.1.1. Narrador Omnisciente

El narrador lo sabe todo acerca de la historia: lo interno, externo, lo presente y ausente, pensamientos y acciones. Por tanto, si lo desea, puede transmitir toda la información que crea necesaria.
Sin embargo, no hay que ser demasiado estrictos a la hora de considerar la omnisciencia de un narrador, puesto que en la mayoría de narraciones se trata de una cualidad más o menos variable. El lector jamás llega a ahondar en la omnisciencia del narrador, en lo que sabe o aparenta saber. En consecuencia, como enfoque alternativo y heterodoxo, es coherente y práctico ver la omnisciencia como una medida del conocimiento que parece poseer el narrador.
Por lo general, un narrador omnisciente se asocia a un uso de la tercera persona, pero no tiene por qué limitarse a ella. Un narrador en primera persona puede, a efectos narrativos, adquirir sus cualidades según cómo y en qué pasajes, aunque por supuesto conseguir que dicho narrador sea un omnisciente pleno y, además, resulte creíble, es difícil
o prácticamente imposible.

4.1.2. El Narrador Parcial

El narrador se sitúa desde un punto de vista restringido. La información que tiene de los acontecimientos está limitada por su perspectiva. Si el narrador se sitúa en el punto de vista de un personaje sordo, por ejemplo, no podrá describir percepciones acústicas.
Es muy común que el narrador parcial se sitúe en un personaje, al que llamaremos personaje-foco. Al asociarse a dicho personaje-foco, el narrador se ve obligado a filtrar sus percepciones según los aspectos personales de este, y, en sentido estricto, estaría limitado por:

1) Las percepciones del personaje-foco, entendiendo percepciones tanto como el estímulo en sí (un color, un sonido, una forma) como la forma de asimilar mentalmente dicho estímulo (que, en realidad, es la percepción en sí).
2) El estado de ánimo de dicho personaje-foco. Es obvio que los hechos que presenciamos no los interpretamos de la misma forma según nuestro estado anímico.
3) La idiosincrasia del personaje-foco, su forma de pensar, especialmente cuando el narrador ahonda en los pensamientos y juicios de valor del personaje-foco.
4) Su vocabulario, especialmente si se desea conseguir un grado de subjetividad lo más alto posible. e.g. Un niño que observe un edificio en ruinas no percibirá los mismos elementos (y los describirá con tanta precisión) como, por ejemplo, un arquitecto.
Por supuesto, la subjetividad del narrador parcial no tiene que ser absoluta, de forma que es posible relajar (o desoírlas por completo) algunas de estas limitaciones. Sin embargo, jamás debería usarse un narrador parcial para narrar hechos que el personaje- foco no pudo presenciar.

4.2. Conocimiento del Narrador vs MET

Para una clasificación más elaborada que la anterior es necesario tener en cuenta los aspectos de la historia comentados en la clasificación expuesta Foco vs MET, del apartado anterior. Tenemos así la siguiente clasificación: Conocimiento del Narrador vs MET.
1) El narrador conoce todo el MET de la historia (omnisciencia).

2) Conoce una parte del MET. Y así es posible plantear respecto al narrador:
a. Si sabe igual o más que cualquier personaje… o hay personajes que saben más que él.
b. Si lo que sabe, lo sabe de verdad o está equivocado en ciertas cosas.
c. Si el conocimiento adquirido por el lector a través de información ofrecida por personajes y el narrador es concluyente o no.

NOTA: aunque a primera vista pueda parecer que sí, una opción de la clasificación Foco vs MET no implica una opción de la clasificación Conocimiento del Narrador vs MET.
5. Clasificación de los narradores

Según los aspectos de la historia y el conocimiento del narrador sobre ellos se tiene a su vez una clasificación de los narradores más elaborada:

1) Narrador protagonista:

Este narrador relata todo lo que concierne a su personaje asociado de la historia y cómo le afecta. Puede ser en primera persona o en tercera, omnisciente o no. Casos arquetípicos de narradores protagonistas:

a. Narrador Protagonista Principal (NPP). En primera persona (o bien la tercera mayestática).

i. NPP autobiográfico. El personaje cuenta su historia, sus memorias, etcétera, desde el presente, con relación a hechos externos que interactúan con la vida del personaje protagonista.
ii. NPP monologante (NPPM). Aquí se realzan los pensamientos del personaje protagonista, el pensamiento caótico e irracional. Según el discurso de este narrador, se puede hablar de:
ii.1. NPPM Lógico. Valga la redundancia, su discurso es lógico. Por ejemplo, un soliloquio.
ii.2. NPPM Prelógico. Se pretende imitar la asociación caótica de ideas del pensamiento.

b. Narrador Protagonista Epistolar (NPE). En primera persona del singular o el plural, pero siempre combinado con la segunda persona. El escrito se dirige a alguien, lo invoca. Podemos hablar de cartas, de diarios íntimos, de informes…

c. Narrador Protagonista Parcial. En tercera persona sobre un personaje protagonista. Es un narrador muy actual y versátil, está encerrado dentro de un personaje y limitado por sus percepciones (como ya se comentó anteriormente), pero tiene acceso total a los sentimientos internos del mismo.

2) Narrador testigo:

Este narrador relata sobre otros personajes. Puede verse él involucrado o no como un personaje más. O que no sea ningún personaje. Volvemos a tener, como posibilidad, narradores en primera y en tercera, omnisciente o no. Arquetipos habituales:
a. Narrador Testigo Cronista (NTC). Podemos incluir aquí al narrador con más o menos pretensiones de omnisciencia de igual manera que el que pretende ser un mero transcriptor. El narrador está fuera del MET donde transcurre la historia, en tiempo pretérito.
a.i. NTC Imparcial (procura sólo exponer los hechos y dejar que el lector saque sus conclusiones a través de los personajes y sus acciones).
a.ii. NTC Parcial (vierte sus opiniones como autor). Estamos en el caso de la literatura decimonónica.
b. Narrador Testigo Histórico. En primera persona y tiempo pasado, evoca los hechos pasados igual que el NTC. Pero ahora el narrador, al estar asociado a un personaje que participó de manera secundaria en esos hechos, está dentro del MET.
c. Narrador Testigo Presencial. En primera persona y tiempo presente, participa de los hechos pero se centra en otros personajes la historia.
d. Narrador Testigo Epistolar. Habla respecto a quien invoca y poco de sí mismo. Es un claro complemento del NPE.
e. Narrador Testigo Monologante. El monólogo gira en torno de un tercero no dialogante al que se refiere de manera directa. Es, también, un complemento habitual del NPPM.

6. La credibilidad del narrador.

Uno de los aspectos principales a la hora de elegir un narrador para una historia es su credibilidad. ¿Cuál es el objetivo del autor? Convencer al lector en cierta manera de que lo que relata el libro es posible.

Las primeras preguntas que debe hacerse el escritor son: ¿este narrador resulta creíble para el lector? ¿Es verosímil?

En primer lugar, es necesario hacer una distinción muy importante: el que un narrador resulte creíble no tiene nada que ver con el hecho de que lo que cuente sea o no creíble. Hay que justificar la posición del narrador para que sea creíble en sí mismo. Si el narrador es un personaje, es una justificación en sí misma. Si no lo es, se puede buscar algo más sutil. Dos ejemplos de esto último:

1)         El Señor de los Anillos. La historia no es nada creíble (cuatro hobbits de aventuras codeándose con héroes, grandes guerras, etc.). Tolkien justifica la historia con una artimaña: los hechos narrados son, en realidad, una transcripción de un Libro Rojo escrito por los propios hobbits, única fuente histórica de esa supuesta época pasada.

2)         El Nombre de la Rosa. Todo el escrito se basa en manuscritos antiguos de un tal Adso que el autor encontró en tal sitio. En el prólogo, el autor nos comenta que los textos no son confiables, debido a las numerosas traducciones y transcripciones, etc., comunes a todo texto histórico.

En ambos casos tenemos narradores históricos que no son nunca fiables por lo que dicen, pero sí creíbles como narradores. ¿Por qué tomarse molestias con justificar en cualquier caso la posición del narrador? Porque el narrador es una entidad más de la historia, independiente de los personajes. Cuanta mayor presencia tenga, más alejada está la historia del lector, ya que es un intermediario que está molestando ahí, filtrando la información. Su presencia se minimiza asociándolo con un personaje, por ejemplo. Por eso, cuando el escritor elige una primera persona, es un narrador muy fácil de hacer creíble, muy cercano al lector y a la propia historia; mienta, diga la verdad o sea el propio narrador el engañado. El lector lo aceptará con facilidad porque es como si alguien se lo contara en persona. En el otro lado, un narrador en tercera persona omnisciente debería mantener la objetividad (aparente) para no aumentar su presencia en la historia. En el momento en que suelta opiniones, se delata. Esto es peligroso, sobre todo si se intenta que ese tercero manipule al lector, que lo pille por sorpresa. En un punto intermedio un narrador en tercera parcial podría compararse como tener un omnisciente encerrado en un personaje. No puede mentir sobre las sensaciones y las percepciones de este personaje. Eso lo delataría, lo separaría de la historia y alertaría al lector. Por otra parte, este personaje tampoco puede engañarlo; sin embargo, engañar al personaje es engañar al narrador y engañar al narrador es engañar al lector.

De igual forma hay que tener cuidado con un tercero omnisciente respecto a su movilidad. Puede estar aquí o allí según quiera y cuando quiera. Esto encierra un grave peligro: el narrador, con estos movimientos y cambios, se delata, delata su poder de manipulación. Por eso es —a priori— recomendable hacer que los cambios sean sistemáticos, buscar un orden en sus movimientos, o separar estos movimientos por capítulos.

Un punto a tener en cuenta: si un narrador cualquiera habla de un tiempo medieval con expresiones actuales y por tanto anacrónicas para la época en la que se sitúa la historia, se vuelve a delatar en un tiempo ajeno a la historia que relata y el lector llegará a percibirlo. Una última observación: para un narrador en primera persona, hay que definir un idiolecto adecuado a sus circunstancias.

En definitiva, si el narrador es creíble de por sí, debido a que está asociado a un personaje, el problema en este terreno de la credibilidad es pequeño. Si el narrador no está asociado a un personaje, entonces hay que minimizar su existencia en lo posible y no delatar su poder, de manera que conserve esa capacidad de manipulación que el escritor busca.

(Continuará.)

© 2004, Zaral Arelsiak, José María Bravo, Óscar Camarero, María de los Ángeles Flores, Israel Sánchez. Publicado bajo licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 3.0 Unported.